Entra adorada, el templo esta callado
Cubre con tu mantón color de duelo
Tu virginal semblante idolatrado
Que asi apareceras ante tu amado
Como una estrella en elutado cielo.
Entra y reza en la sombra solitaria
Por mis perdidas y muertas alegrías
Y suelta la torcaz de tu plegaria
Para que lleve entre sus alas frias
La queja de mis ondas agonias.
Hablale a Dios de mi que si te escucha
Le pondrá fin a la espantosa lucha
De este mi amatgo corazón cobarde
Que no muerte, que te ama y te venera,
Entra!, no es tarde para este condenado,
Entra, el te espera.
Lee en tu libro suplicantes frases,
Por el triste poeta que te adora,
Por este soñador tantas veces
desesperado llora,
sin el consuelo de mojar con llanto
tus cabellos espesos.
Por mi que sufro tanto
Sin que apague el furor de mi quebranto
La caridad de tus ardientes besos.
Entra!, entra tu! Yo no puedo, soy ateo…
Y solo en ti mi Andreita creo,
Y tu puedes rezar por que la noche
No se haga entre mi espíritu sombrío
Y mientras yo elevo al cielo mi reproche
Tu elevas la oración ídolo mio!
Entra y mira en un rincón, donde fulgura,
Entre la luz de moribundos cirios,
Jesucristo mostrando sus martirios,
Cuéntale mis amarguras,
Mis pálidos amores, mis delirios,
Y mis negras y constantes desventuras.
Que ese gran visionario nostálgico del bien,
Te oirá en la calma del místico silencio conventuario,
Pues ya sintió la muerte en el calvario,
Y yo siento un calvario dentro del alma!
Llega al pie de su cruz y de rodillas,
Eleva a el tus ojos celestiales,
Y dile con el llanto en las mejillas,
Una oración por mis inmensos males.
Y como imploradora Magdalena,
Háblale de mis penas!
Reza por mi tristeza!!!
Dile que en las tinieblas en que lucho
No hay más luz que tus ojos,
Que no escucho más ritmo que tu voz,
Que solo siento,
en el infierno de mis penas mudas
Pasar las tempestades de mis dudas
Entre tu huracanado pensamiento.
Pidele en tus fervientes oraciones,
Que reviva mis muertas emociones,
Que alcancen a mi tormento
La bondad que derrama,
Dile con explocion de sentimiento,
Poniendo toda el alma en el acento…
Piedad!, Piedad! Para el que tanto te ama!

1 comentario:
¡Qué bello poema! Mi mamá solía recitarlo. ¿Quién es el autor?
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